La diversificación es uno de los pilares esenciales de las finanzas del futuro. Consiste en repartir las inversiones entre distintos activos —bolsa, bonos, inmuebles, criptomonedas o negocios digitales— para reducir riesgos y aumentar la resiliencia. Este enfoque busca que, aunque un sector sufra caídas, otros compensen las pérdidas. La tecnología y la globalización permiten hoy diversificar no solo por productos financieros, sino también por geografías y sectores emergentes. En definitiva, diversificar es proteger el patrimonio y potenciar el crecimiento en un entorno económico cada vez más incierto y cambiante.