
Aitor Sánchez: biología, ciencia e investigación al servicio de la salud y la longevidad
Recuerdo la primera vez que escuché a Aitor Sánchez hablar de biología y nutrición aplicada al día a día. Fue en una charla improvisada en Valencia, durante un congreso sobre sostenibilidad alimentaria. Me llamó la atención cómo conectaba la biología con decisiones cotidianas tan simples como elegir entre una barrita energética y un puñado de frutos secos. Ese momento, aunque parecía trivial, me hizo repensar mi propia manera de entender la ciencia en mi plato y, en general, cómo la investigación puede ayudarnos a vivir más y mejor.
Y es que cuando hablamos de Aitor Sánchez, la palabra investigación cobra sentido humano. No se queda en los laboratorios o en los papers académicos; se filtra en el supermercado, en el gimnasio y en las conversaciones familiares sobre qué desayunar. En este artículo vamos a profundizar en su recorrido profesional y científico, pero también en cómo sus principios —basados en evidencia, sostenibilidad y pensamiento crítico— pueden inspirarnos incluso a construir algo tan aparentemente distante como un fondo de emergencia o aprender a invertir con método. Porque, al final, la lógica biológica y la financiera tienen más en común de lo que parece: ambas buscan resiliencia, adaptación y supervivencia a largo plazo.
¿Quién es Aitor Sánchez?
Aitor Sánchez es dietista-nutricionista, investigador en biología humana y divulgador científico. Nacido en Albacete, cursó su formación en Ciencia y Tecnología de los Alimentos en la Universidad de Granada y posteriormente completó másteres en investigación, convirtiéndose en una de las voces más influyentes del movimiento de nutrición basada en evidencia en España. Autor de libros como Mi dieta cojea y Mi dieta ya no cojea, Aitor ha logrado acercar la biología, la ciencia y la investigación alimentaria a un público amplio sin caer en la simplificación excesiva. Bajo su mirada, entender cómo funciona nuestro cuerpo a nivel celular no es un capricho científico, sino un paso básico para tomar decisiones racionales sobre salud y bienestar.
En un artículo publicado por el Harvard T.H. Chan School of Public Health (2021), se destaca que la dieta mediterránea —uno de los pilares que Aitor defiende en su discurso— puede aumentar la longevidad y reducir la incidencia de enfermedades cardiovasculares hasta un 30 %. Su apoyo a este tipo de alimentación no es ideológico, sino empírico: se apoya en biología molecular, en mecanismos inflamatorios y en la modulación del microbioma intestinal.
Biología, ciencia e investigación: el triángulo que fundamenta su discurso
La biología es el lenguaje con el que Aitor Sánchez traduce la ciencia a decisiones reales. Su manera de divulgar parte de comprender cómo las células responden a lo que comemos, cómo los nutrientes actúan como señales bioquímicas y cómo el cuerpo se adapta —o se desregula— con el tiempo. Según un estudio de Katzmarzyk et al. (2022, Nature), reducir la inflamación sistémica mediante una dieta basada en plantas puede mejorar los biomarcadores de envejecimiento celular. Este tipo de evidencia coincide con muchos de los postulados que Sánchez comparte: no se trata solo de calorías, sino de fisiología.
En lo personal, recuerdo haber aplicado algunas de sus recomendaciones en mis propios hábitos tras leer una de sus entrevistas. Cambié el desayuno cargado de azúcares por uno con avena, semillas y fruta, y, curiosamente, noté más estabilidad en el apetito y energía durante la mañana. Fue un pequeño “experimento” biológico personal, pero validó en carne propia lo que la ciencia sugiere.
El paralelismo entre la biología y las finanzas personales
Resulta curioso cómo conceptos de biología, ciencia e investigación pueden aplicarse también al mundo financiero. Un sistema biológico sano mantiene reservas energéticas (grasa, glucógeno) para evitar crisis metabólicas. En economía personal, ese mismo principio se traduce en un fondo de emergencia: la reserva que evita que una crisis puntual derive en un colapso. Antes de lanzarse a “invertir en el futuro”, uno necesita tener ese colchón fisiológico —o financiero— cubierto.
Cómo crear un fondo de emergencia sólido antes de invertir
En términos prácticos, Aitor suele enfatizar la planificación y el pensamiento a largo plazo, virtudes que sirven también para construir finanzas saludables. Un fondo de emergencia debería cubrir entre 3 y 6 meses de gastos básicos: alquiler, comida, suministros y transporte. Si tus gastos mensuales rondan los 1.200 euros, el objetivo sería reunir entre 3.600 y 7.200 euros antes de pensar en colocar dinero en inversiones. Puede parecer un reto, pero igual que no se pasa de una dieta desordenada a una alimentación perfecta de un día para otro, la fortaleza financiera se construye con hábitos diarios pequeños pero consistentes.
¿Te has parado a pensar cuánto margen real tendrías si mañana perdieras tus ingresos? Esa pregunta, aunque incómoda, es vital. Del mismo modo que el cuerpo no puede depender solo de estímulos externos (como una pastilla o un suplemento milagro), tus finanzas no pueden confiar en créditos y préstamos constantes.
Guía paso a paso para empezar a invertir desde cero
| Tipo de inversión | Riesgo | Rentabilidad media anual | Liquidez |
|---|---|---|---|
| Cuenta ahorro / Fondo de emergencia | Bajo | 1-2 % | Alta |
| Fondos indexados (ETF globales) | Medio | 6-8 % | Alta |
| Planes de pensiones indexados | Medio-alto | 5-7 % | Baja |
| Acciones individuales | Alto | Variable | Alta |
Una estrategia sencilla y científicamente “eficiente” (por seguir con la analogía biológica) es empezar con fondos indexados o ETF globales: ofrecen diversificación automática, costes bajos y una rentabilidad homogénea con el mercado. De hecho, la mayoría de estudios —como uno realizado por el National Bureau of Economic Research (2020)— confirman que, a largo plazo, los inversores pasivos superan en rentabilidad neta al 80 % de los gestores activos.
El primer paso es abrir una cuenta en un bróker regulado. Actualmente, plataformas como MyInvestor o Indexa Capital facilitan la inversión automática con aportaciones programadas desde 50 euros mensuales. Así, en lugar de intentar “acertar el momento” del mercado, uno simula un proceso de laboratorio: aporte constante, registro de resultados, evaluación periódica y corrección de desviaciones. El método científico, pero aplicado al dinero.

Errores comunes que se pueden evitar
Igual que en la biología, donde la falta de control puede invalidar un experimento, invertir sin estrategia puede conducir al caos. Algunos errores típicos incluyen:
- Invertir sin antes tener el fondo de emergencia completo.
- Seguir impulsos emocionales o recomendaciones de redes sociales.
- No diversificar y concentrar el riesgo en una sola empresa o país.
- Mirar la rentabilidad a corto plazo en lugar del horizonte de 10-20 años.
Y, sobre todo, dejarse llevar por la impaciencia. Según un informe publicado por Morgan Stanley (2023), la mayoría de los inversores particulares obtiene un 3 % menos que el mercado promedio simplemente por entrar y salir en momentos equivocados. Exactamente como cuando abandonamos una pauta alimentaria saludable por una moda pasajera: el cuerpo —o la cartera— termina resentido.
Ejemplos reales y decisiones cotidianas
Imaginemos a una persona con unos ingresos de 2.000 euros al mes y gastos de 1.500. Si destina el 10 % (200 euros) a su fondo de emergencia, alcanzará los 6.000 euros en dos años y medio. A partir de ahí podría invertir otros 150 euros mensuales en un fondo indexado global, que a una rentabilidad media del 7 % anual, podría crecer a unos 26.000 euros en 10 años. No es una fórmula mágica, es una aplicación coherente de biología de la constancia: pequeñas dosis, bien estructuradas, mejoran el sistema.
Algo similar sucede con el cuerpo humano. Nadie desarrolla una microbiota sostenible de la noche a la mañana; necesita tiempo, coherencia y diversidad alimentaria. Ese paralelismo que Aitor Sánchez defiende entre constancia y ciencia encaja perfectamente con la lógica de ahorro e inversión.
Reflexión final: ciencia, biología y pequeñas decisiones
Tras conocer más de cerca la trayectoria de Aitor Sánchez y su forma de unir biología, ciencia e investigación con la vida práctica, uno se da cuenta de que la verdadera salud —física o financiera— no depende de trucos rápidos, sino de crear sistemas que funcionen incluso cuando las cosas se ponen difíciles. Las células, los mercados, las personas: todos prosperan cuando hay equilibrio, previsión y aprendizaje.
Personalmente, me quedo con una enseñanza sencilla: la biología nos enseña que la vida evoluciona experimentando, fallando y ajustando. Y eso mismo vale para casi todo lo demás. ¿Estás dispuesto a aplicar esa mirada científica en tu alimentación, tus finanzas o tu manera de cuidar la salud? Probablemente, empezar a hacerlo cambie más de lo que imaginas.
¿Quién es Aitor Sánchez y cuál es su formación académica?
Aitor Sánchez es un dietista-nutricionista, tecnólogo de alimentos e investigador español. Posee un doctorado en Nutrición y es profesor universitario especializado en seguridad alimentaria.
¿Qué libros ha publicado Aitor Sánchez?
Ha publicado varios libros exitosos, incluyendo ‘Mi dieta ya no cojea’, ‘Mi dieta ya no cojea en la cocina’ y ‘Come seguro comiendo de todo’, todos enfocados en nutrición y alimentación saludable.
¿Dónde realiza su labor de divulgación científica?
Divulga a través de su blog ‘Mi dieta cojea’, redes sociales como Instagram y Twitter, colaboraciones en medios de comunicación y conferencias científicas.
¿Cuál es su enfoque principal como nutricionista?
Se centra en la evidencia científica y en desmontar mitos sobre alimentación, promoviendo una nutrición basada en datos y alejada de modas y pseudociencias.
¿Qué reconocimientos ha recibido por su labor?
Ha recibido varios premios por su labor divulgativa, incluyendo reconocimientos de sociedades científicas y el Premio al Mejor Comunicador en Nutrición.